¿COMO HEMOS DE VIVIR?
Para él la felicidad era la consecuencia de una vida hedonista y la ausencia del miedo.En efecto una vida ensombrecida por el miedo no puede ser feliz, porque felicidad y miedo son dos estados claramente antagónicos. Pensando y analizando sobre el miedo, Epicuro intuyó que el miedo a los dioses y el miedo a la muerte eran los dos temores básicos que impedían a los hombres de su tiempo ser felices. De ahí su conocida máxima para poder vivir sin ese temor a la desaparición física.
Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer. Este punto de su doctrina ha sido a menudo objeto de malentendidos, pese a que Epicuro hace una cuidadosa categorización de los placeres, indicando cuáles son recomendables y cuáles no.
En efecto, Epicuro señala que existen tres clases de placeres:
-Los naturales y necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de seguridad.
-Los naturales e innecesarios: la conversación amena, la gratificación sexual y las artes.
Los innaturales e innecesarios, que considera superfluos: la búsqueda de la fama, del poder político o del prestigio.
Epicuro formuló algunas recomendaciones entorno a todas estas categorías de deseos:
---El hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.
----Se pueden perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del corazón, pero no más allá.
---No se debe arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto sólo conduce a un sufrimiento futuro.
---Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es efímero.
---También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre en dos entes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:
---placeres del cuerpo: aunque considera que son los más importantes, en el fondo su propuesta es la renuncia de estos placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal;
---placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal, mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.
----Epicuro dice que “todo placer es un bien en la medida en que tiene por compañera a la naturaleza”. Los placeres vanos no son buenos, porque a la larga acarrearán dolor y no sólo son más difíciles de conseguir, sino además más fáciles de perder.
----También habla de la importancia de poseer una virtud para elegir y ordenar los placeres: la prudencia.
----El discernimiento de los diferentes placeres y la recta prudencia, permiten acercarse a una vida feliz, lo cual constituye el objeto de la filosofía.
Epicuro valoraba como placer fundamental la tranquilidad del alma y la ausencia de dolor: “la ausencia de turbación y de dolor son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan placeres en movimiento por su vivacidad. Cuando decimos entonces, que el placer es un fin, no nos referimos a los placeres de los inmoderados, sino en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbación del alma”.
Una vida en privacía, rodeada de amistades y de placeres moderados con el mínimo de dolores posibles y tranquilidad en el alma, brinda la felicidad.
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